El deseo de tener un hijo es tan fuerte e instintivo que cuando una pareja se encuentra ante un problema de infertilidad, no puede creerse que le esté pasando. Se suele pensar que es algo que les pasa a los demás, y tener que enfrentarse a un diagnóstico que imposibilita el ser padres de manera natural no es fácil y altera el equilibrio y harmonía de la relación de pareja.
La infertilidad supone una experiencia de múltiples pérdidas que la pareja debe elaborar y hacer frente para sobrellevar los tratamientos de reproducción o plantearse otra vía para convertirse en padres. Alrededor de todo este proceso tienen un importante papel la autoestima personal de cada uno, la calidad de la relación de pareja, el impacto emocional o traumático que les ha supuesto la infertilidad, el deseo conjunto de paternidad, y el apoyo mutuo.
Debe tenerse en cuenta que la infertilidad afecta tanto a hombres y a mujeres por igual, pero la vivencia de ésta es diferente según el género, las mujeres experimentan más sufrimiento con la infertilidad que los hombres en general y lo exteriorizan mucho más. En cambio los hombres, cuando el problema lo tiene la mujer, no sufren tanto, pero en cambio, si la infertilidad es por causa masculina sí que experimentan malestar aunque no lo exterioricen o lo hagan de manera distinta a las mujeres. Los hombres suelen evadir su sufrimiento mental, se aíslan o se van con amigos, no hablan del problema, les cuesta compartir su dolor con otros, practican más deporte… bastante diferente a cómo lo viven las mujeres, y no entender esto puede ser causa de discusión y desavenencias entre la pareja. Ante una situación de infertilidad, la pareja debe entender y comprender que los dos están sufriendo, pero de manera distinta y que cada uno tiene sus propias maneras de vivirlo y exteriorizarlo.
La falta de comunicación es otro factor que genera malestar en la pareja. Saber lo que siente el otro, como lo está viviendo, escucharlo, apoyarlo, comprenderlo, son los pilares de la relación, aparte de la sexualidad, otro aspecto que se ve alterado ante el diagnóstico y tratamiento de la infertilidad. La escasa frecuencia de relaciones sexuales y la programación del acto sexual a los días fértiles produce cansancio, frustración y se pierde el deseo de hacer el amor. Es importante no perder la fantasía y el disfrute sexual, ya que mejora el estado de ánimo y la calidad de la relación.
El sentimiento de culpa es muy frecuente que lo experimente la persona que tiene el problema y produce que aumente el sufrimiento. Por eso es importante que el otro pueda entenderlo, ayudarle a que lo exprese y buscar soluciones entre los dos para sacar peso a su culpabilidad.
La falta de apoyo social puede provocar un aislamiento de la pareja. Estos pueden no sentirse comprendidos por su entorno y la presión que ejerce con frases del estilo “se os va a pasar el arroz” “para cuando un hijo” empeora su frustración.
Otro factor que suelen experimentar las parejas cuando no pueden concebir es cierto grado de obsesión, ya que todo gira en torno al embarazo, a la paternidad, las mujeres suelen ver embarazadas constantemente, y esto provoca cierta monotonía en la pareja de la que es recomendable desconectar de vez en cuando.
Algunos consejos para llevar mejor la infertilidad como pareja:
Apoyo mutuo; entender que el otro, aunque no lo demuestre, también puede estar sufriendo; saber lo que siente y desea cada uno; tomar las decisiones conjuntamente, realizar, paralelamente, actividades placenteras que no tengan que ver con los tratamientos o procesos de paternidad; contar con alguien cercano, búsqueda de grupos de parejas que estén pasando o hayan pasado por la misma situación.
También puede buscarse asistencia psicológica que ayude a la elaboración y/o manejo del problema y de lo que está por venir, como los tratamientos de fertilidad. El apoyo psicológico en estos casos es muy positivo, ya que se experimenta una montaña rusa de emociones que altera la dinámica de la pareja y del entorno. Contar con un apoyo externo y profesional puede ser de gran ayuda.